Ritual transformador
Instituto de Investigación Jodo Shu
Preparado para la conferencia internacional "Gateways of Power: 21st Century Religion and Ritual in China, Tibet, and Japan" celebrada en la Universidad de San Francisco el 2 de marzo de 2001.
I. Reseña crítica del budismo tradicional japonés como institución
Hoy en Japón, a menudo podemos encontrar artículos en periódicos o programas de televisión sobre el budismo. Sin embargo, a menudo no se refieren a las enseñanzas y prácticas de la tradición, sino que se centran en las críticas al actual sistema de templos. En particular, estas críticas pueden centrarse en las tarifas de los funerales, especialmente para los nombres póstumos (kaimyo) que se le dan al difunto. De esta manera, es fácil entender por qué el budismo japonés contemporáneo ha sido apodado "budismo funerario". Este término es peyorativo, lo que significa que la función esencial del budismo japonés se ha limitado a la realización de funerales y servicios conmemorativos. Las dos razones básicas de esta connotación negativa son que la religión se ha formalizado demasiado y ha sido absorbida por preocupaciones comerciales en lugar de espirituales.
Es difícil determinar la causa exacta de esta formalización, ya que se trata de una serie de factores complicados. Para la gente contemporánea, especialmente los jóvenes, los rituales de los servicios funerarios y conmemorativos parecen ornamentados y opacos. Por ejemplo, los sutras se cantan en chino clásico (kanbun) y se seleccionan de fuentes desconocidas para los laicos. Esta situación se debe en gran parte a la fuerte institucionalización de las principales sectas del budismo japonés durante el período Edo bajo el sistema gubernamental oficial de administración de templos (dankaseido). Esta institucionalización condujo al desarrollo de ceremonias ornamentadas y exclusivas. Además, los sacerdotes de hoy tienden a evitar explicar el significado de los sutras y los rituales que realizan. Esto se debe principalmente a la educación de los sacerdotes en la que han aprendido a realizar los rituales pero no pueden comprender su conexión con las enseñanzas de la denominación. Esto conduce a una falta básica de confianza en dar enseñanzas o instrucción a los seguidores laicos. Esto ha llevado a su vez a una situación crítica en el budismo japonés donde las enseñanzas de una denominación en particular no están sincronizadas con los rituales. Por ejemplo, la doctrina Jodo Shu enseña que el Buda Amida inmediatamente da la bienvenida al individuo en el momento de la muerte y lo conduce a la Tierra Pura. Sin embargo, Jodo Shu lleva a cabo una serie de servicios conmemorativos (chu-in kuyo) durante cuarenta y nueve días después de la ceremonia fúnebre principal, que es común a todas las denominaciones japonesas. Chu-in significa etapa intermedia, como el término tibetano bardo, y estos servicios se consideran importantes en el budismo Mahayana en general para beneficiar y guiar al difunto a través de las etapas de la muerte de cuarenta y nueve días hacia la próxima vida. Este ritual, por lo tanto, está en conflicto directo con la doctrina de la Tierra Pura. En conclusión, el resultado de esta formalización es que la mayoría de los japoneses contemporáneos siguen las prácticas del budismo funerario no por creencia o comprensión, sino por costumbre y superstición.
El segundo aspecto del templo que adquiere la sensación de un negocio se debe en parte al cambio en Japón durante el último siglo, ya que se ha convertido en una economía capitalista moderna. Más específicamente, después de la Segunda Guerra Mundial, los templos se convirtieron en "corporaciones religiosas" (shukyo hojin) bajo la ley japonesa. Esto ha llevado a una formalización e institucionalización económica en el sentido de que los templos deben tener una junta directiva, un presupuesto anual detallado y una declaración de impuestos, y un salario establecido para el sacerdote. En el Japón contemporáneo, entonces, un templo individual está dirigido por un sacerdote individual que debe satisfacer las necesidades materiales de su esposa e hijos que viven en el templo. En relación a esto, las donaciones de templos que tradicionalmente eran determinadas por los propios miembros y entregadas como bienes materiales, como el arroz, se han convertido hoy en cuotas pagadas en efectivo. Esta formalización refleja la marginación del templo en el Japón moderno y ha llevado a una disminución del contacto personal y la confianza mutua entre los seguidores laicos y el templo. Esta falta de confianza se ha visto alimentada por la imagen de los sacerdotes modernos como consumidores conspicuos, que conducen buenos coches y visten trajes de diseñador. En consecuencia, los seguidores laicos han comenzado a solicitar el desglose de los costos de los funerales y otros servicios del templo.
Estos problemas han cristalizado en torno al nombre póstumo (kaimyo) que se le dio al difunto. Los kaimyo son un tipo de nombre budista que se les da a los creyentes, tradicionalmente en esta vida después de que los seguidores devotos hacen votos para honrar la práctica de la tradición. Sin embargo, el kaimyo eventualmente se convirtió en parte del sistema funerario y una forma para que las familias marcaran su estatus social a través de un kaimyo más largo y elaborado. Una vez más, podemos ver cómo el ritual se ha desprendido de la doctrina en la institucionalización del Budismo japonés. En la época contemporánea, en parte debido al consumo conspicuo de los seguidores laicos y en parte a un método para obtener mayores ingresos en la parte de los templos, los kaimyo se han convertido en artículos muy comercializados. Se pueden dar gratuitamente, pero, cuestan tan solo $ 100 o llegan hasta $ 10,000. En algunos casos, los templos proporcionarán una lista de muestras y costos. Como resultado, ha habido una reacción violenta contra esta práctica por parte de los seguidores que sienten la presión social para comprar kaimyo caros y funcionarios religiosos que están disgustados por la comercialización de prácticas rituales. Sin embargo, debido a la institucionalización del kaimyo y la inercia de la sociedad de consumo esta práctica continúa.
En conclusión, la monetización del budismo japonés es más prominente en las áreas urbanas y algo menos en las áreas rurales donde aún existen comunidades tradicionales. Los sacerdotes de las zonas rurales también deben a menudo obtener otro empleo, ya que la disminución de la población rural hace que el templo sea económicamente inviable. Sin embargo, la naturaleza formalizada del "budismo funerario" japonés es una situación mucho más generalizada. Tanto entre la gente rural tradicional como entre los urbanos modernizados, el budismo existe en gran medida como una costumbre de culto a los antepasados a través de las visitas a las tumbas y el culto al altar en el hogar, además de servir como el medio principal para tratar con los difuntos. El budismo también sobrevive en forma de templos turísticos, como los grandes templos de Nara, Kyoto y Kamakura, e instituciones escolares, como mi propia Universidad Taisho y el Instituto de Investigación Jodo Shu. En todas estas formas, especialmente en la forma central del funeral, podemos ver que la mayoría de la gente no piensa ni siente por las enseñanzas y su significado para la vida cotidiana.
II. El potencial transformador del ritual
Tanto desde un punto de vista doctrinal budista tradicional como desde un punto de vista racional moderno, el budismo japonés se encuentra en una situación crítica. No refleja la percepción central del Buda, ni satisface las necesidades cambiantes de la sociedad moderna. De esta manera, el budismo japonés puede considerarse ya muerto o en proceso de agonía. Sin embargo, si miramos esta situación desde el punto de vista del folklore o de los estudios antropológicos, esta situación algo menos que racional es una expresión bastante natural de la religiosidad de la gente común. Esta religiosidad refleja tanto aspectos de lo tradicional en el culto a los antepasados formalizado como de lo moderno en el mercado como sistema del budismo funerario.
El budismo ha encontrado su forma única de expresión en Japón como culto a los antepasados. Esta es una característica que trasciende toda la diversidad doctrinal de las muchas sectas budistas de Japón y las une como una sola tradición común. Los funerales, los servicios conmemorativos, las visitas a las tumbas y el culto al altar en el hogar son la práctica real de la mayoría de los budistas japoneses, y ofrecen modos experimentales y naturales de culto religioso. Por lo tanto, aunque los rituales que rodean estas prácticas parecen contradecir los arduos logros doctrinales de cada secta, tal vez brinden una experiencia más auténtica de la religiosidad, más allá de la filosofía de las doctrinas. En tiempos de necesidad y crisis, casi todos los japoneses (seculares o no) se encuentran recurriendo a estos modos de práctica. De esta manera, estos rituales todavía tienen un gran potencial como vehículo para satisfacer las necesidades espirituales japonesas y para enseñarles los significados más profundos del budismo. Particularmente para los japoneses urbanos modernos, muchos de los cuales se caracterizan a sí mismos como seculares, estos rituales pueden proporcionar un medio real de base espiritual en una sociedad materialista que es extremadamente alienante y desconectada.
Entonces, ¿Cómo se puede despertar este potencial latente de los rituales del budismo funerario para atender mejor las necesidades del Japón moderno y superar los problemas de formalización y monetización? Ya se han hecho intentos tanto en Jodo Shu como en otras sectas para modernizar y hacer más fácilmente comprensibles los rituales de los funerales y servicios conmemorativos. Por ejemplo, los sutras se han traducido del chino clásico al japonés contemporáneo. Sin embargo, estas innovaciones no han tocado la fibra sensible de los seguidores. Mi argumento es que estos rituales se transforman cuando la formalización es reemplazada por la sinceridad de parte del templo, específicamente del sacerdote. Lo que parece ser la diferencia esencial entre un ritual significativo y uno vacío no es si se ha modernizado o no, sino si el sacerdote que lo realiza es verdaderamente sincero o no. Cuando un sacerdote comprende el significado del ritual por sí mismo, puede sincronizar este entendimiento con la ejecución del ritual y luego impartir algo de este significado a los seguidores laicos, el ritual se convierte en aquello para lo que fue creado esencialmente: una experiencia profunda de la verdad del enseñanzas. Desafortunadamente, este no puede ser el caso en estos días. Esto se debe fundamentalmente a los métodos anticuados e inapropiados de desarrollar sacerdotes jóvenes en Japón, como se mencionó anteriormente. Sin profundizar en este complejo tema, el cultivo de sacerdotes es una preocupación central entre todas las sectas en Japón hoy. En conclusión, me gustaría señalar que los sacerdotes bien entrenados y comprometidos tendrían la profundidad y la confianza no solo para atender las necesidades religiosas básicas de la gente, sino también para desarrollar nuevas formas significativas de rituales, así como enseñanzas que confronten la presión moderna en cuestion.
Extraído de: jsri.jp/English
Traducido al español por Chijo Cabanelas
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